miércoles, 7 de enero de 2015

LOS PERFUMES Y EL ESPAÑOL


¡Hola a todos!

Hay qué ver lo que tragamos y sin rechistar. Lo digo por la publicidad; el bombardeo es tal que si te apetece, te da tiempo a ver varias cadenas al mismo tiempo. Cinco, siete y hasta diez minutos de anuncios, uno tras otro sin parar. Claro que, la gente, aprovecha ese tiempo para ir al frigo, al baño, llamar por teléfono o salir a comprar algo y, a la vuelta, comprobar que todavía están los anuncios. Uno de esos días en los que no me apetecía abandonar el sofá, me puse a analizar la publicidad y algo llamó mi atención: los anuncios de los perfumes se sucedían uno tras otro, sin descanso ni tiempo para asimilar las diferencias. Qué maravilla, qué glamur intentan desplegar los creativos de las marcas para incitarnos a comprar, claro que, a veces, se les va la pinza, porque los pequeños detalles, como la mala pronunciación, cantan demasiado. Y es que, si algo define la garra y el tronío de nuestro idioma es el carácter de la r, o rr.  Deben sonar de manera suave y casi trémola en ocasiones, y, de forma contundente y con autoridad en otras.

El trofeo se lo lleva aquella palabra en la que hay que utilizar ambas y, es entonces, cuando el examen de las Rs se pone peliagudo, como en el caso del perfume de CAROLINA HERRERA, ¡toma ya! ¿No querían Rs? Pues vale la muestra. Las imágenes del perfume nada que objetar, pero, ¡ay! la pronunciación, es un ataque despiadado a los oídos. Veamos si puedo traducir el encanto de la voz fuera de cámara que escuchamos de fondo: "Tacatacataca... Caagolina Heeguega". La parte del tacataca pasa, eso sí, sin pena ni gloria porque es ininteligible, pero cuando llega a lo de "Caagolina Heguega", los oídos hacen click y comienzan a defenderse con una sacudida de las orejas, lo que han oído es insólito, ¡no puede ser! ¿Será que las palabras no han llegado con nitidez al fondo del laberinto? se preguntan y, curiosos, se preparan para el siguiente corte de la publicidad, se afilan como a murciélagos y la vista, como a linces, para que no se les escape nada. Pero, de nuevo, comprueban que han oído bien, que el nombre está pronunciado como si fuera algo gelatinoso, pegajoso y resbaladizo, lo más alejado de la fragancia romántica que la publicidad quiere transmitir.
¡CAAGOLINA HEGUEGA! ¿Quién da más glamur?

Hay que tener cuidado con esos detalles, la publicidad está hecha para que nos atraiga comprar el producto anunciado con entusiasmo y, en este caso, cuando veo el perfume en la tele y oigo pronunciar el nombre no puedo alejar de mí la sensación de que en cuanto lo tenga en las manos se me va a "escuguig" entre los dedos, como si se tratase de miel o de algo peor.


                                                                                           Amog, pásame el pegfume de Caagolina Heguega,  pog favog.
                                                                                           ¡Clago! 
                                                                                                                   ¿Este?


El siguiente que me ha llamado la atención es el de PACO RABANNE. El galimatías en inglés es que ni lo comento, ¿para qué? no vale la pena. Un anuncio en el que tengo que preguntar qué es lo que dice mejor dejarlo, es como un puñetazo en el ojo. Y de nuevo, pues todos tienen el mismo esquema, la voz fuera de cámara "tuquituquituqui... Paaco Gabaan", engolada y gelatinosa mientras, el invictus, coloca sobre su hombro una copa demasiado pequeña en relación al cuerpo; hubiera quedado mejor llevándola en la mano o, si en el hombro, una copa bastante mayor. En fin, un pobre final para una fragancia que quiere transmitir fuerza y seguridad masculina.

El nuevo anuncio del mismo perfume es más de lo mismo. Lo único que se entiende es el chasquido de los dedos y para culminar el "Paaco Gabaan..."


¡Ah, los detalles! ¡qué pequeños y qué importantes! Son los que pueden hacer que un anuncio pase sin pena ni gloria, que una película solo la vean cuatro o que las series tengan que retirarlas al siguiente día de estrenarlas. Ignoro cómo a los profesionales se les escapan tales extremos, son básicos para conseguir un todo armónico y coherente y que un producto cale en el público.




Por esos detalles, cuando un día se produce el milagro y nos encontramos con algo original o, bien hecho, nos convertimos en adictos del producto, nos enganchamos a él como sanguijuelas, lo anotamos en la agenda para que no se nos olvide comprarlo, como un perfume, o de verlo si es una peli o una serie. Por poner un ejemplo me viene al recuerdo la serie inglesa Danton Abbey. Un titánico ejercicio de guión y dirección por plasmar el espíritu de una época. ¿Cuál es el truco? Mucho trabajo documental, al margen de si será rentable o no y, el entusiasmo por hacer algo bueno de verdad. Ahí es nada. El producto final, sin duda, soberbio, por lo que, desde aquí mis más efusivas felicitaciones. Si a ello le sumamos el magnífico doblaje al español el resultado es indiscutible.

Siempre se oye decir : "hay que cuidar los detalles", pues bien no lo están en muchos anuncios publicitarios. Una R bien pronunciada dice más que cien imágenes, a favor o en contra del mismo. Un ejemplo: la palabra AMOR. Esa R del final es casi inaudible y, no obstante, es la esencia misma de su significado. Sin ella no hay amor, no hay nada. Hay que pronunciarla con naturalidad, con gracia y en ocasiones con pasión, si no no transmitirá lo que queremos.

Carolina Herrera, un nombre y un apellido muy español, aunque ella sea venezolana; al fin y al cabo, lo mismo y, sin embargo, hay qué ver, hay qué ver, hay qué ver cómo lo maltratan...


      ¿ Quién dijo: "Lo importante es el glamur"? Pues ya está: Glamur y con botella grande. ¡sí señor!













He visto muchos anuncios de perfumes, algunos están bastante bien, sin duda, otros, no lo suficiente. Por ejemplo, el de CHANEL nº 5. La historia no es novedosa pero sí atemporal con lo que entra fácil. No obstante, siendo como es un perfume francés, francés hasta la médula, pierde esa esencia con la canción de fondo cantada en inglés. Es como cazar moscas con escopetas. La música debería ser una balada en francés y la nota escrita de igual manera porque, lo que hace atractivo e irresistible cualquier cosa que queramos comprar es la autenticidad, y más francés que Coco Chanel...,

No todo vale, sin duda ninguna; hay un punto en el que la verdad de las cosas resulta mucho más atractiva e interesante que una realidad impostada. Algunos dirán, es que están hechos para los que saben inglés y yo les contesto por qué entonces lo pasan en España? Acaso no es de todos sabido el nulo conocimiento que tenemos la gran mayoría de los españoles de ese idioma, o de cualquier otro que no sea el español? Y que, por esa desidia o desgana, como quieran llamarlo, los mensajes en ingles, alemán o chino nos entran por un costado y nos salen por el otro? Es una realidad que no se puede forzar ni con anuncios, ni con cursillos, ni con nada. No obstante, no somos los únicos. ¿Las causas? pueden ser muchas pero creo que subyace una reacción de rechazo natural, o, quizá simplemente sea que somos muy malos en ese aspecto. Es posible. Tenemos demasiado buen clima, sol y alegría de vivir, como para perder el tiempo en aprender un idioma; no terminamos ni de aprender bien el nuestro, conque otro nuevo...

 El desespero viene cuando tenemos que comprar algo importante, un artilugio informático por ejemplo, como el ordenador y, todas sus prestaciones, vienen en inglés. Qué desastre y qué impotencia y qué situaciones tan incómodas. Los dependientes que sí saben informática e inglés, pierden un montón de tiempo tratando de explicar al cliente lo que significa cada punto pero, cuando el idioma lo saben a trompicones nos encontramos en una situación muy cómica: alguien que quiere vender y no sabe cómo traducir o explicar las prestaciones del aparato y otro que quiere comprar y no se decide porque no entiende nada, las instrucciones están en un idioma incomprensible.  "Intel core 2 Duo processor..." o, "Up to 256MB NVIDIA..."  3GB DDR2...???? Y solo es una muestra.




¡Te dije que no es como la máquina de escribir! Y, ahora, ¿qué hacemos?









Volviendo a los perfumes, ese idioma italiano, alegre y desenfadado en boca de una actriz como la Blanchett se convierte en áspero y duro, demasiado anglo aunque se esfuerce por pronunciarlo bien. No es autentico. ¡Lástima! Sin embargo, no todo está perdido, el intento por reflejar el carácter de la firma GIORGIO ARMANI y la costa mediterránea está conseguido. Todo ello en unos cuantos fotogramas. No es perfecto pero casi. Podría haber estado mejor de haberlo doblado una voz italiana.


Así pues, no todo vale, lo sabemos y, sin embargo, nos empeñamos en forzar los hechos. Esto pasa, hoy día, constantemente. Las películas americanas son un ejemplo. Sin duda, los mejores en el dominio de esta industria y, no obstante, qué malos son a la hora de escoger los temas, o mejor el tema ya que solo hay uno a desarrollar: las hazañas, reales o inventadas, del pueblo norteamericano. Da igual lo que sea: la conquista del oeste, las guerras donde han intervenido, el espacio, la casa blanca, las tormentas, los tornados,los crímenes y Disney. Un aburrimiento total. De San Juan a Corpus son capaces de dar con un tema interesante y, para ser justos, cuando lo logran son los mejores. ¡Qué le vamos a hacer! ¿Como dice el dicho?  ¿Dios le da pelo a quién no tiene cabeza? Pues eso.

¿Creen que un perfume es algo como el arte, innecesario? Tal vez, pero una gotas en nuestra piel...


¡Féliz Navidad, un Nuevo Año mejor aún y lo mejor de todo: unos Reyes espléndidos!