domingo, 4 de octubre de 2015

HUGO BOSS, CRISTIAN DIOR Y DIESEL VS. SOFÍA LOREN




¡Hola a todos!


Hoy día, en cualquier ciudad del mundo con la vida ajetreada que llevamos es raro que algo te llame la atención de manera rotunda, es decir, más allá de un vistazo o de un breve comentario. Si sucede, lo cual es un milagro, no suele durar más de unos pocos segundos para luego pasar al olvido definitivo. Lo vemos a diario en cualquier lugar, en una farmacia, en un mercado o en una tienda de moda, da lo mismo, la gente entra y sale como hormigas en un hormiguero. Detener la mirada en algo concreto durante un rato largo es raro; por lo general, vamos a piñón fijo hacia un punto determinado a la búsqueda de algo que necesitamos y cuando   no es así, sino que estamos por estar, por distracción, por echar un ojo a las novedades, lo normal es que deambulemos de una sección a otra sin que nada en especial nos llame la atención.


Yo me uno a este vagabundeo en ocasiones, cuando la rutina diaria me exaspera más de lo habitual y necesito echar un vistazo al género humano y constatar que aún pertenezco a él, a pesar de todo. Y, en uno de esos momentos, hace un par de días, me topé, esa es la palabra, con un enorme cartel publicitario con la imagen de un hombre anunciando un perfume. Nada nuevo, pueden pensar algunos, pero desde aquí ya les digo yo que sí que lo es, es muy diferente a lo que estamos habituados a ver. 


El hombre que te mira desde las alturas en una pose desenfadada y enfundado en un traje de corte impecable, te deja clavada en el sitio. Francamente, es difícil hoy día contemplar a un hombre así, de modo que, seguí allí mirando el cartel unos minutos más preguntándome qué era lo que lo hacía tan atractivo además de la apostura, la elegancia, el traje oscuro, la camisa blanca y la corbata. Todo eso contribuye pero no es determinante. Yo buscaba otra cosa, había algo más...; hasta que, al fin, me di cuenta. Lo que en verdad me mantenía pegada al cartel era la serena virilidad que transmitía. Sin esfuerzo ni aspavientos.



La dependienta se me acercó y al verme tan ensimismada, atinó a comentar: “¡Es tan sensual, tan masculino, ¿verdad?”
Me quedé pensando en sus palabras y después de un rato llegué a la conclusión de que la reflexión era demasiado simplista.  
No obstante, era verdad.  
Después de semejante reclamo no me quedaba otra opción que probar la fragancia que anunciaba, qué menos. La dependienta cogió una tira de cartulina y esparció el perfume con destreza, con la práctica que da la rutina y, a continuación me la ofreció. No sé el tiempo que hacía que no me detenía a oler un perfume masculino, a no ser los clásicos, que son intocables y atemporales pero, debo reconocer, que el aroma de éste es relajante y alegre; el componente cítrico ralentiza el paso del tiempo, conserva al hombre en una eterna edad de primera madurez, le insufla pasión y autenticidad. Fascinante.
De modo que, mis más sinceras felicitaciones a la firma Hugo Boss porque el anuncio es, sencillamente, perfecto. 



Otro que llamó mi atención fue el de Cristian Dior. El modelo que lo anuncia es completamente diferente al anterior pero no menos acertado. Es un hombre transgresor, un páramo agreste, salvaje, poco dispuesto a dejarse domar porque no va con su naturaleza y, el perfume que anuncia, refleja ese carácter: flores silvestres con un profundo halo de libertad. Este hombre no sugiere, afirma; las medias tintas no van con él, las cosas son blancas o negras, los colores intermedios una debilidad, y él no lo es. Usa este perfume porque encaja con su personalidad, pero más que nada porque quiere, porque le viene en gana.
Ha sido un acierto. El anuncio es muy bueno. 




El último en el que me detuve fue en Diesel. El plano del anuncio es más corto y directo. Tuve que alejarme para poder verlo mejor, muy cerca dejas de apreciarlo, se te viene encima. No obstante está también muy logrado. El modelo expresa cercanía, naturalidad, conversación inteligente sin excesos; es como un paseo por Madrid, una visita al Prado o una cena en un bar sin pretensiones. Un hombre así aprecia la sencillez y la cultiva pero le gusta un toque que le haga sentirse especialmente bien, un toque superficial, extravagante si se quiere, el contrapunto a lo predecible de su persona. El perfume que anuncia lo consigue: es fresco y desenfadado con una pizca de sequedad. Me hizo sentir agradecida con la vida y eso es mucho.




 
A punto de marcharme, giro a la derecha y allí estaba ella, eterna como Roma, una diosa del Olimpo con un regalo en los labios, una fresa con un toque de lilas, sugerente y contenido; un otoño incipiente con reminiscencias del verano que se va pero que la diva retiene porque puede, porque es Sofía Loren. No se puede competir con ella y aspirar a ganar, hay que conformarse, y Dolce y Gabbana lo sabe, es de la misma tierra, con los mismos vinos y la misma cintura. Insuperable.

  


  

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