martes, 24 de septiembre de 2013

EL ASUNTO CATALÁN

Hola a todos:

No sé Uds. pero yo estoy ya bastante cansada de oír en las noticias, escritas y habladas, el asunto de la independencia de Cataluña. A 3.000 Kms. de distancia de la península, con 25º de temperatura, con la mitad de la población comprando primitivas y euromillones como alternativa al paro, con el cierre constante de negocios y la apertura de otros nuevos con la esperanza de cambiar el destino el asunto catalán me parece un tanto surrealista. ¡Ya quisiéramos nosotros tener la mitad de lo que tiene Cataluña! Favorecida por el gobierno franquista junto con el País Vasco, ambas autonomías se han acostumbrado a obtener todo lo que querían del Gobierno con solo abrir la boca y pedir un deseo, como en los cuentos de hadas. 
Es una pena que los ciudadanos de Cataluña tengan tan poca formación histórica aunque, por otro lado, ha sido una bendición para aquellos que la gobiernan. ¿Donde iban a encontrar un cortijo de esas dimensiones, con siervos incluidos, como en la antigua Rusia de los zares, que costara tan poco? Poder a cambio de la explotación de los sentimientos es una nimiedad, una fruslería cuyo coste ha sido nada, solo se ha necesitado espolearlos de manera sutil y sin que se note demasiado para llevar a Cataluña al punto en el que ahora se encuentra. "Casi cuarenta años, pero ha valido la pena, por fin podemos recoger el fruto más grande".

Me imagino la Cataluña del futuro: encerrada en las fronteras naturales de los Pirineos y el Mediterráneo y la cancela que le pondrá España por tierra. Quedaría a merced de aquellos cuya visión de futuro solo se limita al tiempo de permanencia en el poder, poder que irán combinándose conforme se cumplan los plazos que les corresponda según la aportación que hayan hecho a la causa. A esas fronteras hay que sumarle la que en forma de veto absoluto pondrá la Comunidad europea, retirando todos y cada uno de los beneficios que aporta. Y si bien el resto de España, por aquello de cómo somos, estaríamos más receptivos a aceptar la situación y con el paso del tiempo a olvidar, que no lo sé con seguridad, los demás países de Europa se cerrarán en banda y utilizarán a Cataluña como la excusa perfecta para demostrar a aquellos territorios que ahora mismo están en conflicto con sus países que eso es lo que les espera si a alguno se le ocurre imitar a los catalanes. Será una demostración de fuerza y una lección contundente de lo que encontrarían: el caso de Baviera en Alemania, los valones en Bélgica y así, con cada territorio que tenga ese tipo de aspiraciones. 

A eso hay que sumarle el empobrecimiento natural que se produciría en el país como consecuencia del acto de secesión, como en el caso de las repúblicas de Estonia, Letonia o Lituania cuya separación de la antigua URSS no les ha aportado nada significativo y en cambio sí un decrecimiento de su economía a lo largo de treinta años. La pertenencia a un gran país tiene más ventajas que desventajas, pero claro, eso solo lo saben quienes tienen que saberlo, el resto a hacer un corro de mano por la ciudad en pos de la independencia o a llorar al valle.

Sigamos imaginando un poco más: Una vez conseguida la separación, hablarán una lengua, mitad español, mitad francés, un galimatías que nadie entiende y olvidarán, aposta, el español como un modo de desprecio a la nación a la que hasta entonces pertenecían. Pero la realidad se impondrá en poco tiempo y las tornas cambiarán, no lo duden: en las escuelas tendrán que volver a poner como idioma obligatorio el español además del inglés porque nadie va a aprender catalán, como nadie ha aprendido el valón, salvo los valones. 
Por otro lado, las grandes empresas con sede en Cataluña, que nada entienden de sentimentalismos patrióticos, saldrán al galope con destino a cualquier otra ciudad española cuyo mercado garantice la expansión de sus productos y por ende el crecimiento de los beneficios. O ¿creen que el capital tiene sentimientos? Mejor que nadie, Uds. para saberlo, ya que se consideran los grandes emprendedores de España a la que venden la mayor parte de sus mercancías. Pero no se engañen, los españoles somos gente que aguantamos hasta la credulidad más absoluta, pero, de la misma forma reaccionamos, cuando nos damos cuenta de que nos han tomado el pelo, como pasó con Napoleón, por poner un caso.

Y aquí creo que Esperanza Aguirre se equivoca. Ningún español ha tenido problemas con Cataluña jamás, de hecho, muchos españoles de distintas regiones emigraron a Cataluña y al País Vasco cuando Franco se decidió por ayudar a estas dos regiones, por encima de las demás, con la aportación dineraria de toda España. Familias enteras encontraron en esa Cataluña beneficiada, el lugar donde asentarse y comenzar una nueva vida con la mayor de las ingenuidades y tranquilidad espiritual posible porque significaba seguir en España y no tener que emigrar a un país extranjero; un lugar mejor que su provincia de origen para sacar adelante a sus familias pero siempre en España. Ahora bien, en lugar de estar agradecidos por ese toque de gracia que tuvieron en el pasado y luego continuado durante la democracia, los catalanes han olvidado por qué han llegado a donde están y de qué manera lo han conseguido. En estos casi cuarenta años, tanto vascos como catalanes han olvidado todo o quieren hacer que lo han olvidado y le han comido las neuronas del entendimiento y la comprensión a todos sus habitantes introduciendo la idea machacona de que "nunca han estado mejor que cuando, en el caso catalán, pertenecían a la Corona de Aragón (por tanto, independientes del resto) y que sus males comenzaron cuando pasaron a ser parte de España". 

Señora Aguirre: Debería saberlo mejor que muchos españoles. ¿Cuando ha oído Ud. durante estos cuarenta años hablar mal de los catalanes en el resto de España? Nunca, todo lo contrario. Era una región donde había trabajo, donde se necesitaba mano de obra para poner en marcha todos los proyectos que estaban sobre la mesa y corresponder así a las expectativas que se esperaba de ellos. Por lo tanto, todo el que podía iba a Cataluña, no a hacer fortuna, sino simplemente a trabajar y a integrarse en la Comunidad, aunque eso sí, sin olvidar su provincia, su región y sus tradiciones. La excepción ha sido en estos últimos años en los que Cataluña ha querido olvidar su pasado y ha comenzado una lenta pero progresiva provocación sistemática con el desprecio de la cultura española, de nuestro idioma, de nuestras costumbres, hacia el gobierno, hacia el Estado y hacia el país en general. En definitiva, a todo lo que no fuera, como mínimo, catalanes de "4ª generación", los demás no eran ni son son catalanes dignos de consideración. Como verá, ha sido un ataque en toda regla. 
Y aquí viene lo mejor: ¿De qué manera hemos contestado nosotros a semejante provocación y actitud beligerante de la sociedad catalana? El pueblo con sorpresa y disgusto primero y con indignación después y, el Estado, con la concesión de prebendas y beneficios, en detrimento, muchas veces, del resto de autonomías más necesitadas y con las mismas posibilidades de ser una región próspera de haber sido de las privilegiadas del viejo régimen. 

Cataluña ha hecho desaparecer el estudio del español de las escuelas implantando el catalán (con parte de nuestro dinero); ha levantado su economía a costa de la mano de obra de toda España y con la ayuda sistemática del Gobierno español de turno, porque iba también en beneficio de todos, aunque menos que en la propia Cataluña y, de esa manera, convertirla en una región próspera de la que todos nos sintiéramos orgullosos por haber contribuido a ello. Pero nada hay más deprimente que el desagradecimiento y nada que cause más enfado que la provocación, que tiene un límite como todo y, el resto de España, está a punto de llegar a él. Y no será porque no queramos que sigan siendo parte de España a pesar de las humillaciones que debemos soportar cuando oímos a los dirigentes catalanes por televisión o, simplemente, cuando visitamos Cataluña, sino porque, ciegos y sordos continúan con la misma postura de desprecio hacia todo lo que provenga de España y rematado, como no, a hablar en español. Ni siquiera por la "pela", muchos comerciantes se dignan a hablar en español, a sabiendas de que no conocemos el catalán y, no se cortan en decirnos de frente, como me sucedió a mí en una tienda del centro de Barcelona que, "o le hablaba en catalán o poco le importaba si yo le compraba o no, que ella (era una señora la que me atendió) no vivía de los españoles sino de los catalanes y del resto de europeos".

Aunque para ser justos también hay que ver lo que Cataluña ha aportado al resto de España. Lo que se le dio en el pasado lo ha multiplicado por diez, por poner una cifra, y hoy por hoy, es una comunidad rica y próspera que contribuye como ninguna otra a la economía del país.Pero el nacionalismo, castrante y corto de miras, quiere más, quiere la fractura, quiere prescindir de todo y de todos y volver atrás. No hay que ser ilusos y pensar que ellos son los que pierden, cierto que sí y lo más probable sea que no se recuperen en muchísimos años, quizá nunca, pero el resto de España también acusará la pérdida de manera desoladora. La diferencia siempre será el tamaño. España es una nación grande en todos los sentidos y el testigo dejado por Cataluña lo recogeremos las demás regiones que no tuvimos la suerte de ser tocados por la varita mágica en el pasado y, no le quepa duda a los catalanes que, España volverá a estar arriba y se recuperará porque es una nación fuerte y valiente cuyo mejor valor son su gente  y, como el tiempo todo lo cura o termina de enfermarlo según evolucionen los pacientes, creo que la peor parte se la llevarán los catalanes. Quedarán encerrados en una fronteras inamovibles, como pasa con otros países similares aunque, eso sí, será una nación, que es lo que quieren. Piensen que lo que producen ahora lo venden, en su mayor parte, al resto de España y la pregunta es: ¿Creen que esa España, despreciada e insultada por Cataluña, estaría dispuesta a consumir lo que los catalanes produzcan de la misma forma en que lo hace ahora?  Yo creo que no; porque no hay peor enemigo que aquél que, habiendo sido amigo de otro durante siglos, se ve traicionado por éste. "Así tengamos que comer sardinas del Danubio mejor eso que comprar algo procedente de "Catalonia", frase de un ex amigo español.   

Sra. mía. Su intención es buena, pero no es real. Para querer a alguien, ese alguien también tiene que dejarse querer. El amor tiene que ser recíproco, si no es así no es amor y, cuando esto sucede, uno de los dos tiene que retirarse. Unas veces lo hará con elegancia, sin ruido y sin pedir nada a cambio y, otras, luchará con uñas y dientes para evitarlo pero, al final, tendrá que ceder si, aún y con todo, no logra hacer cambiar de idea al que tiene la fijación de no querer. Y en este punto es donde si creo que Ud. debe dirigirse a los catalanes. La desafección catalana hacia nosotros, hacia el resto de España, ha terminado por hacer germinar un sentimiento de desapego y de ira que difícilmente se podrá erradicar con buenas palabras. No se puede golpear constantemente a una persona y esperar que cuando el palo se rompa perdone los golpes.                      

La única razón por la que retrasamos ese límite, es saber que no toda Cataluña piensa igual, pero ¿donde están los que no piensan como los secesionistas? ¿qué hacen para contrarrestar ese sentimiento independentista? ¿son una minoría o una mayoría silenciosa? No lo sabemos, no hay más datos que los de las urnas. 

Estoy convencida de que han llevado las cosas demasiado lejos y aunque aún pueden dar marcha atrás, lo más probable sea que no lo hagan. Ya comienzan en Europa a llamarlos tránsfugas y aunque es triste, no deja de ser una realidad visto desde fuera: "se han aprovechado de todo lo que han podido de España y ahora que está en un momento complicado, como el resto de países, huyen y la dejan a su suerte".Eso se llama traición y como tal, nunca, jamás, ni el más cruel de los enemigos a lo largo de la historia ha premiado una traición aunque ésta le haya favorecido. Un traidor no es de fiar, si lo ha hecho una vez volverá a hacerlo de nuevo. Eso es así, es parte de las malformaciones de la naturaleza y responden siempre con la misma pauta.  

No puedo ver con buenos ojos que, con parte de los impuestos de todos, se tengan que financiar cosas banales de una región, no imprescindibles para la vida diaria y menos en época de crisis. Mientras el resto de autonomías han tenido que ajustarse y renunciar a proyectos y mejoras, en muchos casos necesarias, los catalanes no han querido ni quieren renunciar a nada, ni siquiera a bajar el tono del poco aprecio hacia aquellos que la han ayudado durante todos estos años. 

No obstante, también hay que preguntarse si todo lo que está haciendo Cataluña es una maniobra de manipulación para obtener la financiación especial que necesita desesperadamente para mantener el nivel de vida que tenía antes de la crisis y está tensando la cuerda todo lo que puede para conseguirlo. Será lo más probable. Al igual que un noble caído en desgracia que hará lo que sea necesario para obtener el dinero suficiente para mantener su estatus social, así sea casarse con una viuda rica vulgar y vieja, porque "la pela es la pela", Cataluña intentará conseguir lo que quiere aunque para ello tenga que hacer tres diadas seguidas, empapelar la región con la bandera de rayas, comprar dos millones de pitos para silbar el himno nacional o crear una liguilla de fútbol catalán donde integrar al Barcelona. La cuestión es conseguir que las películas se doblen en catalán, que sus habitantes solo sepan catalán y que el aire que respiran sea solo catalán.

Por eso le pregunto, Sra. Aguirre, ¿qué más quiere Ud. que hagamos los demás en pro de Cataluña? Creo que tendrá que especificarlo más claramente de lo que lo expuso días atrás; tendrá que hacernos una lista, a nivel de alumnos para que nos quede claro cuáles son las cosas que se necesitan para "catalanizarnos". No sé si los demás lo sabrán, pero yo no. Debo ser más torpe porque no lo veo, ni con claridad ni a oscuras.

Hasta la vista.    

1 comentario:

  1. De verdad le importa a Aguirre Catluña o lo qué piensen los demás? dudo mucho de sus sentimientos, para mi es un personaje sin escrúpulos, mala y bicho.
    Y es verdad lo q dices, se está creando una desafección hacia los catalanes q llega un punto q tiñes ganas de q se vayan ya de España. Es un sentimiento muy egoísta, Q encierra mucha maldad y odio el querer ser independiente

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